
Si soltamos las manos, ellas empezarán a moverse solas, acostumbradas desde siempre a moverse mientras hablamos.
Desde que comencé con mis asesorías para hablar en público de manera efectiva, me repiten una y otra vez la incomodidad de no saber qué hacer con las manos.
A varias personas, especialmente a los hombres, les han enseñado a poner una mano en el bolsillo; a otros, tener un objeto en la mano como un lápiz.
A mi parecer, si bien esas opciones ayudan, nada se compara con la naturalidad de una persona que muestra sus manos con transparencia y que las utiliza a medida que va hablando.
Lo natural es que las personas siempre movamos las manos al expresarnos, incluso mientras hablamos por teléfono: cuando hacemos descripciones, tendemos a dibujar en el aire; cuando damos indicaciones, vamos mapeando con las manos; cuando queremos enfatizar cosas, hacemos gestos con nuestras manos.
Considerando lo anterior, esconder las manos al hablar dentro de un bolsillo o quitarles su naturalidad al tener un objeto, está restando credibilidad a la persona que habla, cuando lo que buscamos es justamente lo contrario: convencer y persuadir.
¿Cómo solucionar, entonces, esa incomodidad natural que sienten tantas personas con sus manos?
Lo primero es entender que las manos se van a mover solas a medida que usted habla.
Lo que debe hacer es posicionarse en el lugar de la presentación, utilizando todo el tiempo del mundo que sea necesario para encontrar el mejor lugar para ser visto. Si es un escenario, debe ser al centro. A continuación, soltar ambos brazos a los lados. Mirar a la audiencia y comenzar a hablar, con la conciencia de que sus brazos están quietos a los lados. Casi como acto de magia, las manos comenzarán a moverse, acostumbradas a ir dibujando a medida que usted habla.
Si no me cree, haga la prueba de ponerse pie, soltar ambos brazos relajadamente a sus lados y comenzar a hablar sin mover las manos. ¡Es casi imposible!
Recuerde que las manos que se muestran son señal de transparencia, aprovéchelas a su favor.